5 de mayo de 2007

EL QUE NO LEA ESTE LIBRO, ES UN IMBÉCIL

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El que no lea este libro es un imbécil
Oliviero Ponte di Pino
Ed. Punto de Lectura / Taurus


Sinopsis:
“El hombre es un animal racional que se comporta como un imbécil.” Pero ¿se comporta así a pesar de ser racional, o justamente porque lo es? Ésta es sólo una de las infinitas paradojas de la estupidez, un indicio más de su oscuro poder, cruelmente gracioso y entrometido.

Este libro gamberro recorre y pone en solfa una multitud de ciencias y saberes: de la filosofía al marketing, de la literatura a la etimología, de las vidas de los santos a la psicología, de la historia a las matemáticas, de los cuentos populares al cine…

Además va acompañado de una seria de estrambóticas preguntas que permitirán al lector verificar su cociente de estupidez, pues no hay que olvidar que, al lado de la estupidez ajena –tan fastidiosa-, existe también la nuestra, la cual, vaya a saber por qué, nos parece aún más irritante.


En resumen eso es de lo que trata el libro, a rasgos muy generales claro.

La estupidez humana es un tema que ha fascinado a muchas personas a lo largo de la historia, y el autor no podía ser la excepción. Comienza el texto con la pertinente aclaración de que ese libro no está hecho para que todo el que lo lea se sienta inteligente, pues “no todos los que lean este libro, no son imbéciles”. Tampoco pretende hacer una especie de censo de estúpidos o un Diccionario de estupideces o Estupidario.

Simplemente que después de leer este ameno libro, uno se da cuenta de que no todos eso grandes personajes que transformaron a la humanidad y a quienes la historia ha catalogado como genios, siempre fueron unas mentes brillantes. El ejemplo más común lo tenemos con Albert Einstein, quien llegó a ser uno de los físicos más notables (hasta el premio Nobel ganó) y, cuando era estudiante, era el más estúpido dentro de su clase de matemáticas.

Ponte di Pino hace un recorrido a través de la historia y las manifestaciones de estupidez en cada época, hasta llegar a la actualidad. Y claro, la filosofía no podía faltar en ello.

Como ejemplos cita a Rousseau en su obra Las confesiones, donde el ilustrado pone al descubierto su propia estupidez, sin embargo, ahora que lo sabe, los estúpidos son los demás que ni siquiera se han percatado de la estupidez de ellos. Esto también podría remitirnos al primer gran estúpido de la historia: Sócrates.

Montaigne va un paso más adelante, pues dice que si la estupidez no puede eliminarse por completo, al menos puede disimularse muy bien ”(Del arte de platicar) será indispensable controlar lo que decimos, aún se trate de estupideces”. Para Locke la estupidez está relacionada con el olvido, mientras que para Kant tiene que ver con la falta de juicio o la falta de racionalidad (que además, no tiene remedio). Nietzsche va un paso más allá al enlazar irremediablemente la estupidez con la bondad, como en El anticristo.

Pero, ¿los estúpidos tienen alguna función en el mundo? Al parecer, sí. Sirven por ejemplo, para que los comerciantes puedan engañarlos y ganen dinero (me permito incluirme en esta categoría cuando me dejé impresionar por un reproductor de mp3 –un iPod pirata- que vi anunciado en la tele, en Expo Shopping TV y corrí a comprarlo para que mi gran sorpresa fuera que no servía ni tenía todas las funciones que debería tener… una porquería, pero por el bien de mi hígado omitiré más detalles de la historia); los estúpidos también sirven para que podamos reírnos de ellos, después de todo, si no hubiera bobos ¿quién inspiraría nuestras mejores bromas?. Y a estupidez también puede servir como medio de autodefensa “frente a una autoridad vejatoria y cruel, fingir ser aún más tonto permite, al menos, minimizar las pérdidas”.

Las ciencias son quienes más estúpidos han producido a lo largo de la historia, quién no recuerda el caso de Galileo Galilei, condenado en su tiempo por afirmar que la tierra gira alrededor del sol cuando las leyes “científicas” decían que nuestro planeta era el centro del universo. El tiempo le dio la razón a Galileo y ahora los estúpidos son sus contemporáneos y no él.

Y tampoco podía quedarse atrás la cuestión religiosa. Baste solamente el siguiente ejemplo:

Todos los hombres son estúpidos.
Los hombres están hechos a imagen y semejanza de Dios.
Por lo tanto, Dios es estúpido


Está para pensarse…

El libro es una investigación exhaustiva acerca de la estupidez humana, está narrado de forma amena y va acompañado de una serie de preguntas (adivinazas, como las llama el autor) que dejan que uno mida y medite acerca de su propia estupidez:

¿Un imbécil que triunfó, sigue siendo un imbécil?

La estupidez, ¿es cuestión de calidad o de cantidad?

Las teorías científicas ¿sirven para demostrar científicamente que los estúpidos son los demás?

Dios ¿es más o menos estúpido que Satanás?

¿Cuál es la relación entre la percepción de la estupidez ajena y la conciencia de la propia?

¿Es concebible un estúpido en vías de desarrollo?

¿Por qué cuanto más estudio, más estúpido soy?

¿Existe o existió alguna vez, una lengua en la cual nunca se haya pronunciado la palabra “estúpido” con todos sus sinónimos?

¿Tiene un límite la estupidez; la mente humana se niega a superar ciertos límites?

¿Hasta que grado tiene que ser estúpido un libro sobre la estupidez? ¿Es demasiado estúpido o demasiado inteligente?


Ya para finalizar, viene la recomendación de estupidez magníficamente ejemplificada en el séptimo arte, llamada Le dîner de cons, en México la llamaron Un tonto a domicilio. Es una comedia francesa que trata sobre un grupo de amigos que tiene por diversión reunirse cada miércoles en la noche, pero con la condición de que cada uno debe llevar a un idiota. Uno de los amigos invita un digno ejemplar de la estupidez humana, pero a la hora de salir de la casa para llegar a la cena, las cosas se complican… claro, por culpa del estúpido.


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