26 de marzo de 2010

Sobre el café



Ahora que me he integrado, de manera formal, al mundo laboral de los adultos responsables, he comprobado los multiples beneficios del café.

Primero que nada, sin la cafeína simplemente nadie llegaría a tiempo a sus empleos, nadie podría mantenerse despierto por más de 15 minutos en una junta y nadie tendría el mismo rendimiento laboral.

Yo, en mi caso, he de reconocer que si no fuera por el café, mi personalidad no existiría.



Además de que el café fue una de las bebidas que cambiaron la historia de la humanidad de manera radical, me he percatado de que jamás padeceré de cáncer de colón, ya que el café inhibe las secresiones biliares (esto en el mundo laboral es MUY importante); no envejeceré prematuramente ya que es un potente antioxidante; no padeceré de un infarto porque la cafeína es un potente vasodilatador y es por esta misma cualidad por lo que el cerebro se oxigena más ayudando a una mejor concentración en las actividades realizadas.

En pocas palabras, sin el café mi vida no tendría sentido.



Eso sí, el café, por muy malo que sea, debe tomarse solo. Ponerle azúcar es un crimen imperdonable

En las sabias palabras de la mamá de mi mejor amiga, el buen café debe ser negro como la noche, caliente como el infierno, puero como un ángel y amargo como el amor.




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15 de marzo de 2010

Sobrevivir a los 30

Antes, cuando era más jóven, criticaba a aquellas personas que aseguraban que Dios hablaba con ellas. Hoy, varios años después, comienzo a creer que, efectivamente, Dios habla con algunas personas. En mi caso, se comunica de una manera extraña: a través de los libros. Y no me refiero a la Biblia.

Recuerdo que en alguna ocasión, caminando por la calle llena de dudas existenciales, cuestionándome acerca del sentido de mi vida, le pedí a Dios que si de verdad existía -como aseguraba mi mamá... y 20 millones de personas más en este ciudad- me mandara una señal. Por llevar la vista al cielo implorando aquella señal divina, toda mi humanidad fue a dar contra un puesto ambulante de libros y revistas de segunda mano. Al levantarme y ver sobre qué libro había caído, me di cuenta de que, en verdad, Dios me estaba diciendo algo.





Algo similar me pasó hace unas semanas mientras caminaba por al pasaje Zócalo-Pino Suarez del metro de la Ciudad de México.

Me encontraba en una de esas crisis precumpleañeras que cada año me dan. La cosa fue que en este año en especial, esa crisis vino de manera exacerbada por muchas razones.

Primero que nada, creo que cumlir 30 fue como una cubetada de agua fría que me aventaban directo al rostro. Mi vida era algo complicada en ese momento porque finalizaba la tercera década de mi vida sin una casa propia, sin un empleo fijo y con un montón de deudas. Aunque más que todo eso me sentía una completa fracasada porque para los 30 años no había logrado ni la mitad de lo que me había propuesto diez años atrás.

Ese día salí de una entrevista de trabajo de la que, pensé, que no me había ido nada bien. Decidí caminar entre libros para despejarme un rato. De nueva cuenta voy con la esperanza de encontrar una señal divina y el primer lugar a donde mis ojos voltean es a una vitrina en donde se exhibía este libro:



Lo primero que me llamó la atención fue que en la portada decía que era el libro que debía leer Bridget Jones. En un inicio pensé que se trataba de esos libros simplones que no tienen un gran mensaje, pero al menos te hacen reír. Así que lo compré.

Desde las primeras líneas no pude evitar que las lágrimas rodaran por mis mejillas ya que, el primer gran consuelo que me brindó este libro, fue que yo seguía siendo una persona normal contrariamente a lo que pensaba.

"[...]reconocer que lo que creíamos que seríamos a estas alturas no siempre es lo que queremos ser ahora[...] Cumplir 30 años suponía un momento crítico para mujeres de todas las clases."

Para mí fue un alivio saber que no era la única mujer en este planeta que se sentía miserable por cumplir 30 años y no haber lo grado muchas de las cosas que se propuso en sus veintes. Días después, una amiga de mi trabajo anterior me contó que tenía ganas de estudiar turismo para abrir su propia empresa de ecoturismo al terminar la carrera y que además quería ir a estudiar inglés y francés a Canadá y llegar a sus 30 con carrera establecida, carro del año, casa con alberca, una familia y hasta un perro. Pobre de mi amiguita, acaba de cumplir 21 años y es tan ingenua todavía... Me hizo recordar cuando tenía su edad y también deseaba devorar el mundo y hacer miles de cosas y todo parecía tan sencillo... Me pregunto se dentro de 10 años mi compañerita habrá logrado realizar todos esos proyectos que tiene en mente o si estará como yo, haciendo recuento de cuáles fueron sus logros en los últimos 10 años.

El libro contiene entrevistas de varias mujeres que están por atravesar -o incluso ya han atrvesado- la barrera de los 30. Todas comenzaron a advertir un ligero malestar con su circusntancia al rededor de los 28 años, incluso varias tuvieron que acudir a terapia (¡Vaya, hasta en eso sigo siendo normal!) porque había algo que las estaba incomodando. La presión ahora no venía de sus familias ni de personas externas, sino de ellas mismas.

¿Existe algo más difícil que darte cuenta de que no eres la persona que habías imaginado ser cuando eras más chica?

La respuesta a esa pregunta, quizá no exista. Pero al menos queda el consuelo de saber que uno no es tan freak como pensaba y que existen millones de mujeres con las mismas dudas. Hay algo de reconfortante en esa extraña normalidad.

Así que ahora ya me tomo las cosas con más calma. Ya mis expectativas son un poco más realistas y sé que tal vez no logre devorar el mundo entero para terminar con indigestión, sin que los bocados pequeños son más efectivos y se disfrutan más.

A lo mejor nunca lograré ser una escritora famosa y reconocida como creí que lo sería cuando tuviera 30, pero eso no me va a impedir que continúe escribiendo.

LAS COSAS QUE HE APRENDIDO CON LA EDAD

1.-A los 20 me creía la Mujer Maravilla y podía hacer miles de cosas a la vez, cometía muchos errores, pero los enmendaba igual de rápido; a los 30 prefiero concentrar mi energía en una sola cosa y desempeñarla bien

2.- A los 20 podía desvelarme hasta la madrugada y no llegar a la primera clase de la mañana siguiente por quedarme dormida; a los 30, si me desvelo, ya no puedo llegar una hora tarde al trabajo porque me corren.

3.- A los 20 años mi ADN contenía algunos genes de mutante como Wolverine, es decir, me regeneraba solita después de caerme en las escaleras del metro, nomás me sacudía el polvo y seguía mi camino; a los 30, si me caigo y me parto la madre, me tiene que levantar en ambulancia, ponerme férula y darme incapacidad por dos semanas.

4.- A los 20 podía comer 10 tacos al pastor, 8 tacos de suadero, 6 tacos de maciza, una torta cubana, 5 gorditas de chicharron, 3 quesadillas de papas con champiñones y un sope, y el colesterol me hacía lo que el viento a Juárez; a los 30, si intento repetir la odisea, lo más probable es que acabé con un infarto.

5.- A los 20 si subía de peso por excederme en la comida, sólo debía ir al gimnasio 2 horas diarias y listo; a los 30, ni matándome en la bicicleta logro eliminar los kilos que me sobran... eso sin contar que ya no tengo el tiempo para ir aun gimnasio, ni la misma condición física.

6.- A los 20 podía fumar 3 ó 4 cajetillas diarias de cigarros (no es broma); a los 30, sólo con una tengo.

7.- A los 20 me importaba mucho lo que los demás pensaran sobre mi aspecto físico y vivía en constante angustia por eso; a los 30 ya me importa un cacahuate lo que piensen los demás. De cualquier forma nunca lograré ser como una de las modelos de Victoria's Secret, así que ¿para que angustiarme?

8.- A los 20 años quería agradarle a todo mundo, aún a costa de mis intereses; a los 30 años ya sé que no soy monedita de oro y no siempre le caeré bien a los demás, así que trato de relacionarme sólo con aquellas personas con las que tenga cierta afinidad.

9.- A los 20 podía pasarme hasta 5 días seguidos de farra y sólo con unas cuantas horas de sueño (que por lo general eran las de la clase de Lingüística); a los 30, con un día de fiesta acabo muerta y necesito todo el fin de semana para recuperarme.

10.- A los 20 Podía mantenerme despierta con facilidad; a los 30, sin un expreso doble cortado en la mañana no podría ni salir de mi casa para trabajar.

11.- A los 20 años creía en lo que la mayoría de la gente decía; a los 30, a todo le otorgo el beneficio de la duda.

12.- A los 20 años me enamoraba con facilidad de cualquier estúpida y, por lo mismo, me rompían el corazón a cada rato; a los 30, he aprendido a ser más selectiva y menos ingenua.

13.- A los 20 tenía pánico de quedarme sola; a los 30 he aprendido a disfrutar de los momentos que tengo de soledad conmigo.

14.- A los 20 años era soberbia y orgullosa; a los 30 he aprendido a ser más humilde

15.- A los 20 no sabía nada y creía saberlo todo; a los 30 años sigo sin saber un carajo, pero al menos ya me percato de mi ignorancia y estoy abierta al aprendizaje.

16.- A los 20 años TODOS eran mis amigos del alma; a los 30 años, de TODOS ya sólo conservo a 2 personas que han continuado conmigo a lo largo del camino.

17.- A los 20 años podía soportar estóicamente un cólico menstrual; a los 30 que ya me hice más cobarde, necesito de dos potentes analgésicos que me calmen el dolor.

18.- A los 20 años mis amigas me ofrecían chicles o dulces; a los 30, me ofrecen antiácidos (por aquello de la gastritis).

19.- A los 20 años no sabía qué era lo que quería hacer con mi vida; a los 30 ya sé que quiero ser escritora.

20.- A los 20 años vivía deprimida porque la chica que me gustaba no me hacía caso, porque pensaba que mi vida era patética y miserable... etc, etc.; a los 30, sigo deprimida pero por otras causas como el incremento al IVA en medicinas y alimentos, el desempleo de que también me ha tocado ser víctima, el alza al precio de la gasolina, la posibilidad de que nos toque otro sexenio con los azulitos.... Es como para ponerse a llorar

Sobrevivir a los 30
Lauren Dockett
Kristin Beck
Ed. Random House Mondadori