30 de abril de 2007

Dime que auto manejas y te diré si eres gay

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Ron Geren, un actor en Los Angeles, viaja a audiciones y trabajos por el sur de California en un reluciente convertible Mazda MX-5 Miata negro. Sin embargo, para una reciente cita con una mujer, rentó un Cadillac Escalade porque estaba acostumbrado a que sus amigos le dijeran que su Miata es "gay". "Los hombres dicen, 'hey, eso está bonito"', dijo Geren, de 40 años, y agregó que los comentarios provienen de homosexuales y de hombres heterosexuales. "Tienes que luchar contra esa percepción".

Hace algunos años, Meghan Daum escribió un ensayo en The Los Angeles Times acerca de una prometedora primera cita con un hombre a la que no siguió una segunda porque, como se enteró después, el individuo dijo que ella conducía una camioneta Subaru Outback y llegó a la conclusión de que debía de ser lesbiana.Y cuando Joe LaMuraglia, fundador de Gaywhells.com, una informativa página de Internet que sigue el modelo de otras como Autoweb.com, le dijo a su pareja que quería comprar un Mini Cooper convertible, el novio bromeó que no dejaría que lo vieran en él porque la pareja se "vería como un cliché tan gay", señaló LaMuraglia.

Los autos no son más normales ni homosexuales que los teléfonos celulares, las sillas de oficina o las herramientas de jardinería. Pero en años recientes ese hecho evidente no ha impedido una percepción entre algunos automovilistas de que ciertos autos pueden, en el contexto apropiado, ser declaraciones sobre la orientación sexual de un conductor.

En una época en que los fabricantes de autos se anuncian agresivamente ante los consumidores homosexuales y la corriente principal de la cultura se ha vuelto más conocedora de los gustos estereotipadamente homosexuales por medio de programas de televisión como "Will & Grace", tal vez no sea sorprendente que algunas personas hagan suposiciones sobre los conductores con base en sus autos.

De hecho, las extravagantes exhibiciones de machismo en los autos potentes y de feminismo de alta elegancia en los diseños de los nuevos autos parecen exigir una deconstrucción que siga las líneas de identidad de género y sexo. No obstante, para algunas personas, tales estereotipos representan simple y sencillamente homofobia. Una encuesta que intentó determinar los automóviles más gay, realizada por una página de Internet de Sudáfrica, fue un tema de acalorado interés en diciembre pasado en Gizmodo, el blog de tecnología con base en Nueva York, donde un lector escribió: "¿Desde cuándo los autos son homosexuales o heterosexuales? Realmente estamos sondeando los prejuicios de la gente aquí".

Pero otros, incluyendo a teóricos homosexuales, afirman que los conductores "gay" adoptan felizmente ciertos autos como un reflejo de su identidad."Las personas suponen que quieres quitarte un estereotipo", comentó Judith Halberstan, una lesbiana y profesora de estudios sobre géneros de la Universidad del Sur de California. Maneja un Mazda3 negro de cinco puertas que considera propio de una "mujer viril". Pero, agregó, "si eres una mujer masculina, tal vez no te sientas mal por ello, así que podrías sentirse excitada por saber cómo arreglar tu camioneta, o cómo conducir un Mustang 68"."No todos los homosexuales quieren presentar una imagen que sea normativa", aseveró.Ramone Johnson es un periodista homosexual y ex ingeniero de Saturn que está recopilando una lista anual de los "10 Principales Autos Gay" para About.com. "Tradicionalmente, estamos acostumbrados a ser definidos por otros", dijo Johnson. Conducir un auto elegante puede ser una manera de "recuperar el control" y decir "esto es quien yo soy", recalcó.

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Johnson sostiene que las "líneas suaves2 y una "personalidad vibrante" -digamos, como las de un Volkswagen New Beetle- son atributos típicos del auto de un hombre homosexual, y válvulas rojas y otros indicios de estilo, por ejemplo, vuelven al Pontiac G6 un auto más gay que su hermano, el Grand Am, debido a que las características expresan un gusto por la libertad y la diversión.Ni los fabricantes de automóviles ni los distribuidores recopilan estadísticas sobre la orientación sexuales de los compradores.

Frank Markus, quien es homosexual y director técnico de la revista Motor Trend, dijo que las compañías automotrices tienden a relacionar a los consumidores homosexuales con mayores ingresos disponibles, ya que tienen menos niños (una razón de que muchos tengan también la libertad de decidirse por autos menos prácticos, como de dos asientos o convertibles).
Subaru ha sido la compañía más destacada en adoptar el mercado homosexual. Desde el año 2000, el fabricante creó campañas publicitarias en torno a Martina Navratilova, la estrella del tenis lesbiana, y también usó un lema de ventas que era un sutil mensaje sobre los derechos homosexuales: "No es una opción, es la forma en que estamos hechos". No es una sorpresa que muchas lesbianas se refieran a sus Outback como "Lesbarus".

Incluso General Motors comenzó a incluir hace poco preguntas acerca de la orientación sexual en algunas encuestas de mercado por Internet, aunque los datos no han sido recopilados todavía, según Adam Bernard, quien sigue las estrategias de producto de los competidores de GM y también coordina un grupo de activistas en favor de empleados homosexuales de la compañía, llamado GM Plus. Desde el 2003, señaló, el grupo ha consultado con ejecutivos de mercadotecnia de la compañía acerca de las crecientes ventas a consumidores homosexuales.

Aún sin un retrato preciso de sus compradores homosexuales, la compañía ha dado pasos cada vez más grandes para entrar en este mercado, aseguró Bernard, anunciando sus divisiones Cadillac, Saturn y Saab en publicaciones y sitios de homosexuales como PlanetOut.com. Aseguró que los ejecutivos de la compañía no parecen preocuparse mucho por perder parte del mercado entre los consumidores heterosexuales, si los compradores homosexuales se aficionan a un modelo en particular. "No creo que, internamente, hayamos formulado la pregunta, 'si presentamos a Cadillac en The Advocate" -una publicación homosexual- "¿vamos a perder a los compradores heterosexuales de Cadillac?""Francamente, todo el dinero es del mismo color", añadió.

Markus, de Motor Trend, dijo que los lugares comunes acerca de los conductores homosexuales tienden a derrumbarse al ser revisados cuidadosamente, como el homosexual que pasa mucho tiempo en el gimnasio y se inclina por los Jeeps y los convertibles "para exhibir su buen cuerpo". Pero, agregó, "si pudiéramos apretar un botón y ver lo que conduce cada homosexual, probablemente no sea tan diferente de lo que conduce la persona promedio, pero podría ser de mayor precio".En Gaywheels.com, un indicador de las tendencias reales de los compradores homosexuales es la lista de vehículos más frecuentemente revisados. Hasta octubre pasado, el Toyota Taris, un auto económico que cuesta 12,000 dólares, encabezaba esa lista, seguido por el Toyota Camry, que fue el tercer auto más vendido en Estados Unidos el año pasado.Sería difícil encontrar un automóvil más convencional.

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(©2006 NYTimes)

insomnio...

Son lasdos de las madrugada, casi las tres en realidad... y no puedo dormir...

Estoy aquí en la red navegando sin rumbo fijo, sin nada que buscar en concreto, tan sólo dejando que un link me lleve a otro, como los vientos llevan a un barco en altamar.

Hoy me acordé de ti, sólo te he visto dos o tres veces y sin embargo siento como si te conociera de toda la vida. Lo que más conozco del misterio que envuelve a la totalidad de tu persona, es básicamente lo que leo de tus escritos publicados en la red o en algún otro lado.

Te admiro mucho, aunque a veces por miedo no me acerque a ti. No me conoces, no sabes lo cobarde que soy y el trabajo que me cuesta acercarme a personas como tú, quisiera ser tu discipula, tu aprendiz, que me enseñaras lo poco o mucho que sepas sobre el oficio de las letras, sobre el oficio de la vida...

Pero aquí estoy, simplemente sentada a la sombra tuya, con una admiración infinita ya que tú sí lograste realizar un sueño que a lo mejor para mí está prohibido...

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AUTORRETRATO (fragmentos)

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28 de abril de 2007

¿Qué leen los mexicanos?

Hace poco se publicó una encuesta que realizó la UNAM acerca del nivel de lectura de los mexicanos. Los resultados en verdad son alarmantes y quedaron muy por debajo de las expectativas de los realizadores del estudio. En promedio un mexicano lee medio libro al año –ni siquiera a uno completo llegamos, eso es humillante- cuando los países que menos leen de América latina como Argentina, Chile y Uruguay, leen por lo menos tres libros al año.

Muchas personas piensan que el problema principal que radica en México es que no se tiene el “hábito de la lectura”, ¿será cierto? Yo lo pongo en duda.

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Existen muchos mexicanos que no leen libros especializados o de literatura, y sin embargo tiene el “hábito” de leer el periódico todas las mañanas, ya sea en casa en el desayuno, o en el pesero o en el metro camino al trabajo (si no, ¿cómo se explican que el Universal saca al día tres tirajes de sus impresiones con su “Gráfico de la mañana, de la tarde” y la edición normal?). Existen también una gran cantidad de personas que leen revistas, no en vano el “TV y novelas” es la revista más vendida a nivel nacional. Y que decir del archifamosísimo “Libro vaquero”, el libro por excelencia, más leído de muestro país (El FONCA debería pensar seriamente en considerarlo como patrimonio literario de México).

Para alentar a alguien a leer, siempre se le dice que empiece con algo que le interese o con algo sencillo como periódicos, comics, historietas, revistas o lo que se le parezca, pero como se mencionó arriba, la gente de este país SÍ LEE todas esas cosas, el problema es que toda su vida se pasa leyendo la vida amorosa de Niurka y Bobby Larios o el “Libro vaquero”, pero jamás van a interesarse en el “Laberinto de la soledad” de Octavio Paz, por ejemplo. México lee la clase de pseudo-literatura que evita el pensar.

Entonces el problema no es que los mexicanos no lean, sino que no tienen una calidad de lectura.

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El otro día platicando con un amigo, me comentó que él no lee porque trabaja todo el día y no tiene tiempo. Llega de noche a su casa y prefiere descansar en vez de leer. Él argumenta que no lee por falta de tiempo; yo le decía que siempre hay tiempo para leer algo enriquecedor y él seguía insistiendo en que no y que si yo decía eso, es porque no trabajaba.

Tal vez tenga razón a su manera. Sin embargo lo que mi amigo hace al llegar a su casa, no es precisamente descansar, sino a ver “La fea más bella” en televisión, el futbol, los noticiarios amarillistas y tendenciosos de Televisa y TV Azteca y cuanta pendejada se esté transmitiendo, en la “caja idiota”, en promedio ve de 2 a 3 horas diarias de tv (y sí hay partido de futbol, es más el tiempo) Y aún así, dice que no le queda tiempo para leer.

Y como él hay muchos mexicanos…

Creo que tendríamos un mejor país si le quitáramos una hora a las telenovelas y la invirtiéramos en lectura de calidad.
Pero como dijo Marshall McLuhan alguna vez: “preferimos ver el peor de los programas en televisión, que leer el mejor de los libros”.

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Fantasmas urbanos

Sentados en la calle junto a la vitrina que muestra decoraciones navideñas, la mujer y sus tres niños observan pasar a la gente y estiran las manos para pedir, aunque sea, una moneda de poco valor.

Parejas de jóvenes, familias con sus hijos, personas presurosas iban y venía deteniéndose frente a los aparadores para observar y quizá comprar algún regalo para los parientes y los amigos. Ninguno parecía percatarse de la presencia de la mujer con sus hijos.

Los niños aún eran pequeños, dos a penas estaba aprendiendo a caminar y el menor aún era de brazos, pero ¿quiénes eran ellos en realidad?

Tal vez la mujer es una viuda que depende de la caridad de los demás; tal vez es una campesina, una “prófuga del metate” que creyó que al venir a la ciudad encontraría un mejor nivel de vida; tal vez por circunstancias ajenas a ella, tuvo que abandonar su tierra y emigrar a la jungla de asfalto; tal vez su marido la abandonó; tal vez tuvo que dejarla para irse a “al otro lado“ a vender su “mano de obra“; o tal vez a la mujer sólo no le gusta trabajar. Yo nada más puedo hacer suposiciones, pero no saber la verdad.

La gente pasa de largo, nadie les hace caso, es como si no existieran, como si fueran parte del mobiliario urbano, como un poste o un muro, como algo que sólo está ahí, como un bulto que sólo estorba. La cara de la mujer tiene un semblante de tranquilidad, bendita su ignorancia que no le permite sufrir... quienes acaso se percatan de su presencia, le dicen que no tiene dinero y entran a la tienda para salir después con bolsas llenas de cosas que no necesitan.

¿Por qué están ahí la mujer y sus hijos? Sólo Dios lo sabe. Es como si fueran ornamentos cotidianos, sombras, fantasmas...

(Dolores Garibay)

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26 de abril de 2007

An inconvenient truth

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Una nieve fina cae sobre la biblioteca de la Universidad de Columbia en Nueva York. Por ningún lado se observan anuncios o promocionales. No obstante, el recinto está a reventar, los asistentes ya cubren hasta las escalinatas exteriores. El evento estaba diseñado como un discreto encuentro para científicos e intelectuales, pero el arrastre de Al Gore lo convierte en un movimiento de masas. Curiosamente nadie se refiere al ex vicepresidente de Estados Unidos como el político, como el candidato que en las elecciones del año 2000 ganó el mayor número de votos a nivel nacional, pero perdió frente a George W. Bush mediante un fallo de la Suprema Corte. Por importante y traumático que haya sido el recuento de votos en Florida, a seis años de distancia, a nadie en el público parece importarle demasiado. Están ahí, al caer la tarde en Nueva Cork, soportando la helada, para escuchar a alguien se ha convertido en la personalidad más importante del mundo en materia de cambio climático.

Hay valores entendidos. A nadie se le va a ocurrir preguntarle a Al Gore si va a lanzar una nueva campaña para ocupar la Casa Blanca. Nadie le preguntará que piensa de las políticas de la administración de Bush, del desastre de la guerra de Irak o si aportará su capital político a favor de Hillary Clinton, Barak Obama o John Edwards. El público sabe que se expondría a una sonada rechifla; se apreciaría, francamente, como un acto vulgar y carente de rigor intelectual.

El tema único es el cambio climático. Sin embargo Al Gore corrige de inmediato al público: no viene a hablar del calentamiento global, sino de una grave crisis ecológica que, si no es atendida urgentemente y con medidas radicales, podría acabar con la vida en el planeta en el transcurso de este siglo. Lo peor del caso es que esta aseveración tan alarmante proviene de un hombre especialmente mesurado y poco afecto al escándalo. Vale la pena recordar que al día siguiente de que la Suprema Corte de Justicia determinó que el ganador de las elecciones era Bush, lejos de llamar a sus seguidores para repudiar ese fallo, tomó un micrófono y dijo simplemente que dadas las circunstancias, anteponía la estabilidad política de Estados Unidos a sus ambiciones políticas, por lo cual aceptaba la victoria del actual ocupante de la Casa Blanca. Perdió las elecciones, pero ganó un prestigio y una influencia que probablemente no tenga hoy ningún otro personaje de la escena política norteamericana.

¿En dónde invierte Gore su enorme capital moral y de estadista? En el asunto que, a su juicio, se ha convertido en el mayor peligro para la supervivencia de la especie humana: el calentamiento de la atmósfera. Su documental titulado La verdad incómoda (An inconvenient truth) es la película de fondo más difundida en la historia de Estados Unidos. Visto con frialdad, el documental no es más que la grabación de una conferencia dictada por un erudito. Pero el problema está planteado de tal forma que se ha convertido en un auténtico blockbuster que será varias veces nominado para obtener premios en festivales cinematográficos (además de haber ganado un Oscar en el género).

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Las razones de la crisis ecológica

Primer factor. La población del mundo se ha cuadruplicado en menos de cien años. A principios del siglo XX el planeta estaba habitado por 1,600 millones de personas. Actualmente, la población mundial rebasa los 6,700 millones de seres humanos. Cada año –ejemplificado así por Al Gore- la población del mundo crece a razón de un México, es decir, en 100 millones más. A este dato hay que sumarle el hecho de que en el último siglo, la esperanza de vida ha aumentado en 25 años promedio a nivel mundial. En el año 1900, lo normal era morirse a la edad de 40 ó 50 años; actualmente, salvo en países menos desarrollados, la media de vida supera los 70. Finalmente, en el último siglo, el ingreso per cápita global se ha multiplicado diez veces: es decir, cada uno de nosotros consumimos y producimos diez veces más que nuestros bisabuelos.

Mientras tanto, la Tierra no ha regenerado en diez veces, ni siquiera en una vez, sus reservas de petróleo, de carbón, de oxígeno o de extensión en sus mares. Por el contrario, la desertificación avanza aceleradamente (tan sólo en México, cada sexenio perdemos masa forestal equivalente el territorio de Jalisco), el agua potable apenas alcanza el 3% del total del líquido existente. La temperatura global ha aumentado un grado centígrado y medio en los últimos 50 años y puede aumentar entre dos y tres grados más en los próximos 20.

Por primera vez en la historia –dice Gore- se ha roto cualquier forma de equilibrio entre la actividad humana y la naturaleza. Estados Unidos emite cerca del 40% de los gases con efecto invernadero. Pero se estima que en menos de diez años, China los supere en ese renglón.

Segundo factor: la tecnología. Los seres humanos se han convertido en la fuerza más poderosa de la naturaleza: Las pruebas están a la vista. Durante apenas cinco décadas la industria utilizó clorofluorocarbonatos (CFC) en aerosoles, sistemas de enfriamiento, y desodorantes. Eso bastó para dislocar la capa de ozono que cubre la atmósfera. El Premio Nobel de química, el mexicano Mario Molina, aportó evidencias científicas de que el uso de los CFC estaba abriendo un “hoyo” en la capa de ozono que permitía la entrada indiscriminada de rayos ultravioleta. El Protocolo de Montreal puso fin al uso de esos compuestos desde hace 20 años. Sin embargo, hasta el día de hoy, los niños en partes de Chile y Nueva Zelanda tienen prohibido salir al patio de recreo durante el invierno para evitar brotes de cáncer en la piel. No fue hasta que la empresa de productos químicos Du Pont encontró un sustituto para los CFC –con el gas freón- que la industria mundial aceptó la suscripción al Protocolo de Montreal. El hecho concreto –dice Al Gore, mientras inhala ostensiblemente el aire frente al micrófono- es que dentro de esta biblioteca estamos respirando 600% más de partículas suspendidas de cloro que nuestros abuelos. ¿Qué efectos puede tener esto sobre la salud? Todavía no sabemos.

La lección que debemos aprender es que mientras la industria no encuentre sustitutos baratos para mantener sus niveles de producción, se opondrán a cualquier acuerdo internacional que pretenda ponerles límites. Mientras las formas más baratas de generación de energía eléctrica sigan siendo el carbón y el diesel, la industria no sustituirá fácilmente esos recursos. Y está documentado que las termoeléctricas contribuyen con una tercera parte del total de emisiones de bióxido de carbono a la atmósfera. Si hubiese que tomar una sola medida para atemperar los estragos del cambio climático, por ahí tendría que empezarse.

El segundo rubro más contaminado son los automóviles y camiones. Cada litro de gasolina que pasa por un motor de combustión interna genera casi medio kilo de bióxido de carbono. Y en el mundo circulan diariamente más de mil millones de vehículos. A pesar de que los motores han ganado en eficiencia y las gasolinas están mejor diseñadas, todos los días se emiten millones de toneladas de CO2 al ambiente. El efecto –llamado invernadero- consiste en que los rayos del sol que entran a la atmósfera se quedan atrapados. Los humos no permiten que esos rayos, sobre todo infrarrojos, regresen al espacio, manteniendo así un equilibrio en la temperatura del planeta.

El calor atrapado genera, cuando menos, tres efectos directos: está disolviendo las capas de hielo en los polos y los glaciares; el calor genera una mayor evaporación del agua de los mares, con lo cual los huracanes cargan mayor humedad y por ende toman más velocidad; y tercero, el calentamiento global evapora más rápidamente las aguas superficiales de lagos y ríos, pero ante todo, extrae la humedad del terreno, con lo cual disminuye la superficie agrícola año con año.

Estos tres elementos generan un efecto cascada, dislocando el equilibrio ecológico mundial. La pérdida de las masas polares provoca que los rayos solares que antes se reflejaban sobre el hielo y regresaban al espacio, ahora se quedan crecientemente entre nosotros. El 90% de la energía solar es reflejada al espacio por los hielos de la Antártica en los meses de verano en el hemisferio norte. Se estima que en 30 ó 40 años más habrá desaparecido totalmente el polo norte. Además de los rayos infrarrojos que se quedarán en la atmósfera, el nivel promedio del mar se elevará como consecuencia del deshielo. Ciudades costeras como Nueva York, Cancún o Veracruz verán reducido el espacio urbano sin remedio. Pero más grave aún, con ese torrente de agua dulce ingresando a los océanos, la composición química del agua marinada perderá la salinidad que requiere para mantener la vida de peces, algas y moluscos. Según el investigador británico, Sir Nicholas Stern, la combinación de este cambio químico y la pesca indiscriminada que hoy se practica, derivarán en que para el año 2048 la vida marina prácticamente se haya extinguido. Si sumamos a este escenario una población en constante crecimiento y suelos agrietados por las sequías, puede concluirse que nos encontraremos en la antesala de una crisis almentaria sin precedentes.

El tercer factor al que se refiere el ex vicepresidente Gore, es menos tangible, pero quizá sea el más importante de todos: lo expresa como nuestra forma de pensar y de relacionarnos con la naturaleza. Si somos nosotros, los seres humanos, los que hemos roto, dislocado el equilibrio de la naturaleza, a nosotros nos corresponde restaurarlo. Estamos en presencia de un complejo problema respecto a la manera como funciona la economía mundial, las costumbres, el consumismo y la forma convencional y anticuada como medimos la calidad de vida y el valor de las cosas. Hace un siglo nadie pensaba que una de las industrias más prósperas del mundo sería la venta de agua embotellada. Actualmente, ninguna persona con los medios económicos suficientes, toma agua que no provenga de un garrafón. Sin embargo, todavía en este año 2007, prácticamente en ninguna parte del mundo, en ninguna gran metrópolis, se cobra el líquido; cuando llega la cuenta de agua, estamos pagando únicamente el uso de tuberías, la cloración y el tratamiento. El líquido como tal es gratuito. No dudaría que frente a estas tendencias, algún visionario de la empresa ya esté pensando en comercializar latas con “aire puro de los alpes franceses”, de la misma manera que Evian embotella tan exitosamente el agua.

A fin de cuentas, la tercera es clara: si queremos sobrevivir como especie, tendremos que cambiar sustancialmente nuestro modo de vida y la manera como operan los mercados y la economía en su conjunto.

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¿Qué hacer?

Al caer la noche sobre la Universidad de Columbia uno se pregunta si no se habrá desatado una epidemia de masoquismo en Nueva York. Van dos horas de una conferencia llena de datos y escenarios deprimentes, pero nadie se mueve de su silla. Los estudiantes escuchan allá afuera, bajo la nevada, sentados en las escalinatas de mármol. El conductor de la sesión, el director de la revista Scientific American, concentra las preguntas del auditorio. Le comenta a Al Gore que la pregunta más persistente es tan simple como ¿qué puede hacerse?

Además de recomendar las recetas obvias de utilizar más el transporte masivo, comprar coches más eficientes y reducir el consumo de electricidad, Al Gore decide incursionar en el terreno que tan bien conoce de la política. Exhorta al público a que sean ciudadanos más activos, a que bombardeen a sus congresistas, gobernadores y a la misma Casa Blanca con llamados a la acción. Demanda que su país se adhiera al Protocolo de Kyoto –para reducir emisiones de bióxido de carbono- y que se adelanten las negociaciones de esta convención para el año 2010. Pide que Estados Unidos, con su capacidad científica y tecnológica, tome el liderazgo para acordar medidas mundiales que salven al planeta de una emergencia ecológica. Pide que las grandes corporaciones sumen recursos y esfuerzos a favor de esta causa y que los consumidores premien o castiguen a las empresas de acuerdo a su compromiso con la preservación ambiental. Pide, en pocas palabras, que la sociedad rebase a las instituciones y las empresas para provocar una reacción urgente.

Al Gore deja mal parados a los políticos convencionales. Se le ve que deseaba llegar a la presidencia para cumplir con ciertas metas, para remediar una serie de problemas y no para empezar a pensar qué puede hacerse desde la cima del poder. Perder la presidencia no ha sido mayor obstáculo a fin de cuentas. Los estudiantes que esperan saludarlo a la salida cubiertos de nieve, son el mejor testimonio de que las convicciones tienen más arrastre que los cargos políticos.

(Texto: Enrique Berruga Filloy, Revista Día siete, No. 344, México, 2007)

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Mi cuerpo, no es mío

HE VIVIDO EN LA MENTIRA…

La mentira más grande que he escuchando a lo largo de mi poco más de cuarto de siglo de vida, es que soy dueña de mi cuerpo y de las decisiones que quiera tomar en éste.

¡¡¡FALSO!!!

Ingenuamente lo creí durante varios años, pero con todo ese desmadre sobre la “despenalización del aborto” y haciendo un recuento de mi vida, tristemente descubrí que he vivido en la mentira.

Desde niña nunca he decidido enteramente sobre este cuerpo que me tocó habitar, nunca me dejaron conocerlo, tocarlo, explorarlo, porque las ideas arcaicas de mi madre y mi abuela (q.e.p.d.) decían que eso no era correcto, que era pecado mortal e iría al infierno si lo hacía. Incluso en semana santa ni bañarme me dejaban porque no podía estar completamente desnuda según porque son “días de guardar”.

Si alguna vez en mi adolescencia quise experimentar la sexualidad (ya ni digo mi sexualidad) no lo hice en parte por el temor de quedar embarazada y en parte porque recordaba las enseñanzas de mis madres de que al matrimonio se tiene que llegar virgen porque si no era así, entonces los hombres me iban a rechazar, iba a ser la vergüenza de la familia, quedaría deshonrada… y toda esa clase de estupideces que no tiene otra finalidad más que la de infundir temores absurdos y desvalorizar la autoestima de cualquier mujer

Al cumplir 21 en alguna ocasión le pregunte a mi ginecóloga si podía operarme para no tener hijos y rotundamente me dijo que no, que primero tuviera un hijo para poder realizarme como mujer y después ya veríamos… Hace poco le pregunte nuevamente sobre la posibilidad de operarme, se rió de mi y de nuevo me dijo lo mismo que la vez anterior. El concepto de realización para ella significa también vivir la maternidad y a pesar de su preparación académica y su especialidad en ginecobstetria y haber tomado cursos en Londres y cosas así, no alcanza a comprender que para algunas mujeres la realización personal NO IMPLICA LA MATERNIDAD.

¡Carajo! Si no le estaba pidiendo que me operara gratis, le iba a pagar, hasta ella saldría ganando un buen dinero. Intentó persuadirme con argumentos éticos diciendo que no podía practicarme una histerectomia porque era una decisión precipitada de mi parte y que si en un futuro yo quería tener hijos, ya no iba a poder, que esa era una cirugía irreversible y me mando a que tuviera un hijo para que ya después pudiera operarme.

En fin, no quiso, así que investigue en el Seguro Social y ahí están peor que mi ginecóloga: de entrada uno de los requisitos es el ya tener mínimo 2 hijos; tener mas de 35 años; en el caso de estar casada, TENER EL CONSENTIMIENTO DEL MARIDO…

¿Cómo puedo decir que soy dueña de mi cuerpo si todo mundo está decidiendo sobre él? Incluso desde el vientre de mi madre yo ya iba a nacer con un derecho humano fundamental (el decidir sobre este cuerpo) mutilado, porque desde entonces el aborto ya era considerado como un delito, es decir, alguien más –los legisladores nacionales- ya habían decidido sobre lo que tenía que hacer con el cuerpo que me tocó habitar.
Ya se dio un paso enorme dentro de las leyes mexicanas, que si bien no se despenaliza en absoluto el aborto, al menos se da la opción de que una mujer interrumpa el embarazo dentro de las primeras 12 semanas de gestación. Considero que es un tiempo razonable en el que “el problema” se puede remediar sin tantas complicaciones y sin poner en riesgo la vida de la madre.

Sé que yo nunca tendré hijos porque así lo decidí, sin embargo los hijos de mis amigas –mejor dicho, las hijas, cuando las tengan- me gustaría que tuvieran la opción de abortar si así lo deciden en vez de vivir un embarazo forzado y arruinar no sólo la vida de ellas, sino también la del producto.

En EU el aborto se legalizó desde los años 70, nosotros llevamos 30 años de atraso en ese aspecto, sin embargo vamos avanzando y adaptándonos a las nuevas circunstancias.

A todos esos grupos derechistas y ultraconservadores que siguen haciendo desmadre por algo que ya está hecho, por favor, déjense de mamadas y enfóquense a lo suyo: a los ministros católicos, mejor solucionen su problema de pederastia, castiguen a los sacerdotes que abusan de los infantes que ese sí es un verdadero crimen y dejen a las mujeres en paz.

Quiero volver a creer, de corazón, que mi cuerpo es mío, ¿algún día lo lograré de nuevo?

imágenes sobre el amor

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EN EL OCTAVO DIA

En el principio Dios creó el universo. El primer día creó los cielos y la tierra, pero todo estaba confuso, así que dijo: “Haya luz y haya obscuridad” y hubo día y noche. Y vio Dios que eso era bueno.

En el segundo día dijo: “Haya cielo separado de las aguas” y llamó al cielo firmamento. Y vio Dios que eso era bueno.

En el tercer día dijo: “Júntense en un lugar las aguas y en otro lo seco” A las aguas llamó mares y a lo seco, tierra. Y después dijo: “Haga brotar la tierra hierba verde y árboles frutales” y así fue. Y vio Dios que eso era bueno.

En el cuarto día dijo: “Haya sol y luna para separar el día de la noche y marcar las estaciones, y estrellas para iluminar el firmamento” y así fue. Y vio Dios que eso era bueno.

En el quinto día dijo: “Haya animales en las aguas y en los cielos” y así creó a las aves y a los peces. Y vio Dios que eso era bueno.

En el sexto día dijo: “Broten de la tierra seres animados” y así creó a los animales. Después dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza para que domine sobre todas las especies” y creó al hombre y a la mujer y les ordenó: “Procread y multiplicaos, ahí os doy todas las semillas y hierbas de la tierra”. Y vio Dios que eso era bueno.

En el séptimo día descansó y admiró su creación. Todo era perfecto, sin embargo estaba aburrido. Y vio Dios que eso no era bueno.

En el octavo día plantó el árbol del conocimiento y advirtió al hombre y a la mujer que no comieran de él. Luego llamó a la serpiente y le dijo: “Ve y diles que coman del árbol de la ciencia” y la serpiente obedeció. Entonces Dios se presentó cuando los hombres comían el fruto prohibido y castigó sin piedad su desobediencia. Y así creó el dolor, el sufrimiento y la desesperación y ya no se aburrió más. Y vio Dios que eso era muy bueno.


(Dolores Garibay)