3 de marzo de 2011

Estos días que ya he tenido un poco más de tiempo (que estoy desempleada) y he tratado de retomar las riendas de este blog, me he dado cuenta de que muchos de los espacios virtuales que antes frecuentaba ya cambiaron, están desactualizados o han dejado de existir. Estuvo a punto de sucederme lo mismo, pero no quisiera abandonar el hábito de escribir aquí, quizá porque éste sea el único testimonio de qué existo.

La gran pregunta hora es ¿qué puedo escribir aquí?

Mi vida tal vez, aunque no creo que sea una buena idea básicamente porque no hay mucho que contar: nací en México, DF, estudié primaria, secundaria y preparatoria en el mismo reclusorio, perdón, en la misma escuela; entré tres veces a la universidad y no terminé ninguna carrera, he trabajado en cosas muy diversas, he hecho algunos viajes, me casé, me divorcié, tengo dos gatitas, soy lesbiana, soy escritora (o intento serlo), soy buena con las letras, soy pésima con los números, fumo Lucky Strike, tomo mucho café, tengo gastritis y me hice un tatuaje.

Y ya... esa es mi vida. En el curso de narrativa que estoy tomando me dejaron un proyecto que consistía en escribir mi autobiografía... ha sido la cosa más difícil que he hecho porque no encuentro nada interesante qué contar sobre mí. Mi vida es muy plana, o muy aburrida, carece de cosas emocionantes. Probablemente esa es la razón por la que me gusta escribir, porque invento historias más dignas de ser contadas que mi propia existencia.

Considero que entre más escribo de otras cosas, más conozco de Mi Misma (¿verdad que sí, Mi Misma) y debería aplicar el método psicológico (aún escribo psicológia y derivados de manera tradicional, con una "p" muda inicial) del stream of consciousness para ver qué tanto es lo que soy capaz de decir en un tiempo predeterminado, como por ejemplo, de aqui a lo que amanece... que será como en una media hora.

Quiero un cigarro.

No he podido dormir y en un rato más deberé "despertar" porque tengo muchas cosas que hacer, entre ellas ir a mi anterior trabajo a recuperar un disco duro con las 180 GB de música que se quedaron en la computadora que utilizaba. Es lo que más extraño de ese lugar, la música. No soporto el silencio. Me da miedo. Me aterra aún más que la obscuridad (también escribo oBscuridad, no oscuridad) o incluso, que la soledad. Ni siquiera puedo dormir con el estéreo apagado, siempre necesito saber que afuera hay ruido, que existe vida, que el mundo sigue su curso y que pertenezco a él. Que sigo en él. Además de que el sentido auditivo es el único que no se puede detener a voluntad: si uno no quiere oler, puede retener la respiración; si uno no quiere ver, cierra los ojos; si uno no quiere comer, cierra la boca; en cambio, si uno no quiere escuchar ¿cómo cierra los oídos? Alguien dijo una vez que la vida sin música sería un error. Creo que fue Nietzsche. Después alguna tienda de venta de discos acuñó la frase como slogan publicitario. Así que estoy tratando de que mi vida no sea un error. Cuando voy manejando sola en el coche generalmente voy escuchando la misma canción: Kissing a fool, de George Michael. Siempre la misma. Por si muero en algún accidente en la carretera, al menos sabré que lo último que escuché de esta vida fue mi canción favorita y no solo el ruido del automóvil deshaciéndose en el pavimento. Es una manía que tengo. Además de ser escritora, cuando era más jóven también soñaba con ser violinista, pero ese sueño tuve que abandonarlo al darme cuenta de que jamás tendría la oportunidad de aprender a tocar instrumento alguno. O sentir que ya era muy tarde para aprender... O quizá sólo son reminiscencias de cuando era una niña muy pequeña y, para que no tuviera miedo en las noches, mi padre dejaba encendido el radio en alguna estación de música clásica o el tocacintas con algún cassette de los Beatles principalmente el Rubber Soul o el Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band. Y esa asociación ha permanecido en mi subconsciente desde entonces: música = seguridad.

Necesito un cigarro, el humo me ayuda a pensar. ¿O a no pensar?

Ya amaneció. Intentaré dormir aunque sea una hora.

En el radio se escucha Into the fire, de Thirtheen Senses.

2 comentarios:

Salvatore dijo...

Es curioso ver como compartimos muchas cosas. También soy un nuevo desempleado. Renuncié a mi trabajo de locutor en una estación a penas a finales de enero.
Me encanta como a ti la música. Para mí también es vital. Y tampoco puedo dormir si no escucho música.
Curiosamente soy beatlemano de sepa, así que tu crónica noctámbula me ha llegado literalmente a la médula.
Y pienso que ahora que tenemos un poco más de tiempo deberíamos aprovecharlo para leer, escribir y escuchar mucha más música.
Un fuerte abrazo, y a diferencia de muchos de los espacios que antes visitabas, y ya no existen, aquí sigo yo, con mis cambios: como todo en el Universo.

Dolores Garibay dijo...

Hola Savatore,

Es un placer tenerte por aquí. Es bueno encontrara a otro beatlemano de sepa por acá porque a la mayoría de mis amistades les disgusta el cuarteto de Liverpool. Como te habrás dado cuenta, mi principal influencia es mi papá... de hecho cuando cumpla 64 años, pienso llevarle serenata para que le canten "When I'm 64", su canción favorita.

Ahorita que ando desempleada, pienso leer todo lo que no pude leer durante el año que estuve trabajando. Ya después escribiré acerca de los libros que vaya leyendo.

Fue agradable ver que tu sitio aún está vigente, no lo descuides :)

Besos chilangos :D