De nueva cuenta con insomnio, viendo alguna de esas películas que pasan por las madrugadas en la televisión... y acordándome de tí. Hace dos días recibí un mensaje tuyo lo que se me hizo muy raro, aunque siempre sé de ti por terceras personas, aún así me extrañó encontrar uno que tú me enviaras directamente. Me quedé con ganas de decirte muchas cosas, te escribí cartas que al final terminé por romper y tirar a la basura. Más que para tí, las escribí para mí. Y a final de cuentas esas palabras se quedaron conmigo. Ahorita que estoy en la computadora escribiendo, no podía dejar de pensar en tí. Te extraño. Te extraño más de lo que te imaginas ¿Me extrañarás tú a mí? No lo creo. Tu orgullo es demasiado grande para admitirlo. Así que ya me resigné a la pérdida de tu amistad... y sin embargo aqui sigo, como idiota, escribiendo palabras que jamás leerás pero que de una u otra manera necesito sacar porque las traigo atravesadas en la garganta. Sé que yo tampoco tendré el valor de buscarte no tanto por soberbia sino porque ya las cosas cambiaron. Ahora sólo somos dos extraños que alguna vez cruzaron sus caminos. Lo que tenía que aprender de tí, ya lo hice. Y te lo agradezco. Es lo único que me queda: darte las gracias. Gracias por haberme dado una oportunidad éro sobre todo, gracias por haberme sacado del lugar que ya no me estaba dejando crecer. Fuiste como esa wake up calling que me hacía falta para empezar lo que debí hacer desde diaz años atrás: ESCRIBIR.
27 de marzo de 2011
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