19 de noviembre de 2008

Psiquiatras, psicólogos y otros enfermos

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Graffiti urbano

No tengo nada en contra de los psicólogos o psiquiatras, ellos hacen su trabajo, pero a veces suelen meterse donde no les llaman con la buena intensión de “ayudar” a las personas.


Tuve dos experiencias desagradables con dos psicolocas cuando era una adolescente confundida. Fui a visitarlas más por obligación que por mi propia voluntad. Ambas me preguntaron cosas de mi infancia, la relación con mis padres –en especial con mi madre-, me pusieron a hacer dibujitos de cualquier estupidez y llegaron a la conclusión de que poseo una formidable colección de trastornos producto de la relación conflictiva con mi madre y que necesitaba terapia con urgencia. Las madres siempre son las culpables de los traumas de los hijos. Por eso no tengo hijos.


En ambas ocasiones me quedé con la impresión de que estas psicolocas eran un poco sádicas y disfrutaban con hacerme sentir miserable. Desde ese momento decidí que nunca jamás en la vida caería en las garras de algún psiquiatra o psicólogo.


Claro, años después me tuve que tragar mis palabras


Comencé mi terapia con un psicólogo que resultó ser muy diferente de las dos locas anteriores, mucho más alivianado y que no sólo me recalca los defectos, sino también las virtudes que rara vez veo en mi personalidad.


Fue así como caí en manos de la psicología, aunque en mi caso, fui yo quien la buscó, no como el protagonista de Psiquiatras, psicólogos y otros enfermos. Rodrigo, el personaje principal de la novela, es un hombre que lo tiene todo: una esposa e hijos maravillosos, unos padres que lo quieren, un buen puesto en la empresa familiar, una casa con piscina y hasta un gato que ladra… podría decirse que es feliz, hasta que en el cumpleaños de su hijo, su cuñado –que casualmente es psiquiatra- le detecta fobia a los botones de la ropa y parafasia.


Unos días después el esposo de su hermana le redacta un informe sobre lo que podría sucederle si no se atiende a tiempo. Como persona sensata, Rodrigo decide buscar una segunda opinión con una psicóloga. Ella le hace ver al paciente que no es feliz aunque tenga la falsa ilusión de que sí lo es agregando, con esto, otro trauma al protagonista que comienza a cuestionarse sobre cosas que nunca en la vida se había preguntado.


A raíz de ahí comienza su calvario cuando visita a una infinidad de psicólogos y psiquiatras que sólo le recetan medicamentos para calmar los nervios que ellos mismos le producen.


Su hermana se divorcia del psiquiatra y éste recomienda a Rodrigo que acuda con otro colega para que le ayude con su fobia a los botones y su parafasia. El recomendado del cuñado resulta ser un hombre sumamente nervioso que transmite todo menos tranquilidad, que pretende ayudar a las personas de trastornos que él mismo padece (también el psiquiatra es parafásico) y refleja en ellos los temores que atormentan su alma como el miedo a la muerte. Esta escena es realmente memorable en el libro puesto que mientras charlan y comen pescado en un restaurante, el psiquiatra se suelta a llorar a moco tendido enfrente del paciente.


Es una novela muy simplona y muy divertida, escrita en un lenguaje muy sencillo (expresiones coloquiales de España, puesto que el autor es madrileño) sin mayores méritos que parodiar a esos extraños personajes discípulos de Freud y entretener al lector.


Les dejo este link para que lean las primeras páginas de la obra.


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Psiquiatras, psicólogos y otros enfermos
Rodrigo Muñoz Avia
Ed. Alfaguara

11 comentarios:

Cris dijo...

pinta interesante la novela :D ahora que me encuentro en esa etapa de mi vida donde voy a iniciar con mi primer psicologo, sería bueno q revisara el libro :D saludos Lola!!

Blas Torillo Photography dijo...

Jaja...

En realidad todo trauma comienza cuando uno tiene un gato que ladra... ja.

Lo peor es cuando además, en una desviación mental, aprende a cantar como canario.

Jeje.

Te dejo un beso (y ya no te enojes con los del MP... está en su naturaleza... creo. Je)

evargas dijo...

Buscaré el libro

Said dijo...

Yo alguna vez fui con una, que mi madre hasta me dejaba el coche (como a los 16 años) con tal de que fuera... al final me dijo que parecía bastante normalito y que no necesitaba terapia... cuan equivocada estaba... jajaj

Besos!

josef dijo...

Si, psicolocos si que están estos psicolocos. conozco unos cuantos uno es amigo personal mío (no me trata) en Internet hace años y está muy loquín, pero en el fondo es simpático. ahora no sé lo que les hará a sus pacientes. Saludos!

arcgabriel dijo...

Esta es uno de las clàsicas mentiras (iba a decir mito, pero un mito, para nada es una mentira) de la relaciòn paciente-psicologo: EL PACIENTE, ES PENDEJO Y LO TIENES EN TUS MANOS.

Por favor!!!

Quièn haya boxeado con una mujer bien entrenada, saber perfectamente es que màs complicado que hacer con un hombre bien entrenado, lo mismo pasa con los pacientes. què clase de pendejo, ve a un tipo que dice saber y le esta cobrando, hacer tonterìa y media y no le dice nada, no se levanta del divàn y lo manda a la mierda???

Es cierto que no dediquè mi vida a la psicologia, que fue lo que estudiè, pero tuve practicas y le aseguro, que las cosas no son asì, de serlo, habrìa muchos màs psicologos y psiquiatras y mucho màs pendejos dispuestos a pagar por una chaqueta mental.

Voy a decir, lo que usted por pudor y por linda (pero que lo grita entre lìneas) no se atreviò: ESE LIBRO ES UNA BASOFIA.

GRACIAS POR PASAR A VISITARME, USTED Y SUS CARABELAS.

SALUDOS.

Nut dijo...

A mi me encantó!!

Recomiendo especialmente el pasaje dónde se le vacía la piscina al psiquiatra... simple, pero divertido!

Un saludo!

Arquitecturibe dijo...

A que edad debo empezar con el psicologo... creo que al lanzarme al mundo, junto con un manual para entenderme, debi haber llegado con un psicologo de cabecera!
saludos desde mi lejana galaxia

Ocelotl dijo...

Excelente descubrimiento el que acabo de hacer con tu blog... lo malo es que en 5 min salgo de trabajar y me voy a quedar con el antojo de ojearlo con más tranquilidad..

Y que bueno que se puede fumar aquí!!!!!!

Saludos.

Salvatore dijo...

3. Siendo el murmurante, haré una murmuración. La verdad no se me antoja mucho ese libro que ahora reseñas, pero siempre agradezco que pases a saludar. La verdad es que de un tiempo a la fecha mi blog ha dejado de tener visitas. Nos sé a qué se deba. Pero siempre me gusta poder agradecer a las personas que se toman el tiempo de visitarme y dejarme un comentario.

Un abrazo y muchos saludos.

A dijo...

No sabes cuanto tiempo tengo con ganas de este libro, pero como (para nien o para mal) me han prestado tantos libros los ultimos meses, no he podid dar cuenta de el.

Tu recomendacion me hace tenerle ms ganas, asi qwu estoy en un lio, auntengo 3 libros prestados (siempre les doy prioridad por qwue en ajeno cae la desgracia, ya sabes,m cafe y cosas asi)

Por otro lado, una de mis muchas fobias es a la terapia, pero como no puedo ir a terapia por mi fobia, pues no me la podre qwuitar.

besos novedosos
feliz año qwuerida, Dolores y un abrazo fuerte para tu mujer tambien
A.