
No sé si soy muy antipatriótica o simplemente soy apática, pero me molestan sobremanera las fechas septembrinas en México. Se supone que festejamos la independencia de nuestro país y quién sabe qué tantas cosas, pero no es eso lo que me causa ruido, sino que todo mundo se siente muy mexicano sólo en Septiembre ¿y qué pasa el resto del año? Ser mexicano es mucho más que sólo ir a dar el Grito en el Zócalo, que comer tacos con harto chile, que tomar tequila, que demostrar que somos bien machos, que escuchar música ranchera, que vestirnos de charros, que usar sombrero y bigote, que hablar español, que ver fútbol los domingos y apoyar a la selección nacional, que alburear a todo el que se deje.
¿Qué es ser mexicano entonces? Es una buena pregunta. Quién conozca la respuesta por favor dígamela. Yo tengo sólo un punto de vista demasiado subjetivo, pero de ninguna manera mi concepto es una verdad universal.
En primera para mí el ser mexicano es no tener identidad –principalmente los chilangos -problema que venimos arrastrando desde la época prehispánica porque los aztecas eran un “pueblo sin rostro”, como no tenían historia, entonces se inventaron una. De la misma manera que nosotros buscamos inventarnos una identidad a través de una serie de símbolos como una bandera con tres colores, un escudo nacional y un himno que en primaria nos obligan a cantar cada inicio de semana.
Los estadounidenses no serán santos de mi devoción, pero al menos hay algo que siempre les he admirado mucho: el sentimiento de unidad nacional con el que nacen. Ven a su territorio como algo propio y trabajan en comunidad para el beneficio de la comunidad. En México por desgracia siempre somos más egoístas y más individualistas, primero yo y los demás que se frieguen, el que no tranza no avanza, estamos acostumbrados a buscar la manera de beneficiarnos de los demás sin aportar nada a cambio, desde el policía que te pide 50 pesos de mordida, hasta las grandes empresas que contaminan el ambiente, pagan salarios miserables a sus empleados además de tratarlos como recursos reemplazables y no pagan impuestos.
El me vale madres y no me importa nada no son signos de mexicanidad. Pensamos nada más en nuestros intereses y olvidamos los de nuestros vecinos. Les pongo el ejemplo que me tocó ver un día en un parque, hace ya varios años: pasaron dos escuincles pubertos pseudoadolescentes de secundaria y uno tiró un envase de yogurt en el pasto, el otro lo regañó y le preguntó que si lo mismo hacía en la sala de su casa, a lo que el primero respondió: “No, pero no estoy en mi casa”. Esa respuesta refleja mucho del pensamiento de quienes habitamos este país. Solamente reconocemos como nuestro los pocos metros cuadrados de la casa que habitamos, pero el resto del territorio, la acera de enfrente, el camellón, los parques, los cuadros con arbolitos que están en las banquetas (y que todos alguna vez hemos usado como basureros), las playas, las pocas reservas naturales que aún sobreviven en México, todo eso lo vemos como algo ajeno, algo que no nos pertenece aunque también forme parte de nuestra tierra.
No entiendo cómo es que siendo un país con una diversidad cultural tan valiosa, no nos sintamos parte de eso. Somos mexicanos los que hablamos español, sí, es correcto, pero también lo son quienes no lo hablan y tienen una lengua diferente a la mía o la de cualquiera de los lectores. La riqueza indígena es tan vasta y profunda que si lográramos integrarla por completo a nuestra sociedad globalizada y agringada, estaríamos un poco más cerca de ser mexicanos de lo que estamos ahora. Y sin embargo la despreciamos, somos racistas no con los extranjeros, pero sí con nuestra propia gente. Parece ser que el peor insulto que se le puede hacer a cualquier pseudomexicano promedio, es llamarle indio. Es vergonzoso ser prieto y tener facciones que delaten nuestras raíces indígenas. Recuerdo una anécdota que mi mujer llegó a contarme sobre una de sus antiguas parejas que era una niña morenita, delgadita y de facciones indígenas marcadas. Cuando su mejor amiga de se tiempo la conoció, lo que dijo fue: “No mames, cómo puedes salir con alguien tan autóctono” lo curioso es que quien emitió el comentario es una mujer con rasgos mayas muy marcados.
Es por eso que me cagan la madre, por usar una expresión muy mexicana, las fiestas patrias, porque todo mundo demuestra su orgullo nacional de la manera equivocada. La educación que nos imparten en casa y en la escuela tiene mucho que ver en eso. Nos enseñan nada más a respetar un trapo con tres colores, una caricatura de un águila parada en un nopal devorando una serpiente, una cancioncita más aburrida que los sermones del Papa los domingos y que exalta los valores de la guerra en pro de la patria, y un absurdo juramento que nos lo aprendemos de memoria más a güevo que de ganas y que creo que a más de uno se nos olvida después de salir de la primaria; pero jamás nos enseñan el trabajo en comunidad, el respeto a los demás, a cumplir con nuestras obligaciones y no nada más a exigir derechos… ¿dónde queda lo que verdaderamente importa? ¿es esto ser mexicanos? Si alguien lo sabe, ilústrenos con su sabiduría por favor.
