8 de octubre de 2008

Confesiones de un alma atormentada (Vol. I)


¿Qué te cuente lo que atormenta mi alma?... ¡Ay, Dolorita de mi vida! por donde empiezo...

Me llamo... bueno, en realidad lo que menos importa es mi nombre, soy un tipo común y corriente como tantos otros que pueden encontrarse en la calle, tengo casi medio siglo de vida, no soy casado, ni soy maricón por si creías aquello de "soltero y otoñal, seguro puñal"; simplemente no soporto compartir mi espacio con alguna mujer entrometida que fiscalice cada una de mis acciones y haga dramas cada que hay luna llena. Jamás me he caracterizado por ser una persona extrovertida o particularmente sociable, me cuesta trabajo acercarme a alguien y entablar una conversación trivial acerca de algún tema ya tantas veces desgastado... prefiero el silencio a las palabras huecas y sin sentido.

Nunca he entendido, por ejemplo -como me ocurrió el otro día-, por qué de visita en casa ajena el anfitrión se siente obligado a entretenerte con una plática estúpida sobre el clima, la familia, la televisión, su deplorable estado de salud (como si el tener una colección de achaques fuera algo digno de presumirse), sobre los problemas económicos que tiene (el tema del dinero nunca falla en este tipo de conversaciones), sobre cómo los viejos tiempos eran mejores que los actuales, sobre su perro... francamente hubiera preferido sentarme en un sillón para leer, dormirme, o de plano salir de la casa en busca de privacidad.

Mis únicos amigos son los libros. Mi única compañía son los autores que me confiesan (como ahora yo a ti) los secretos más íntimos de algún personaje salido de su imaginación. Esos personajes ficticios, a la larga, resultan más humanos que cualquier persona que conozco.

Mi única pasión es escribir; plasmar con tinta en un papel el universos existente en el interior de mi cabeza. Soy realista y sé que nunca publicaré un libro, nunca nadie leerá esas historias -impresas en papel y encuadernadas- tantas veces creadas, destruidas y vueltas a crear dentro de mi mente.

Comencé a escribir cuando era a penas un adolescente. Utilizaba libretas escolares que lo mismo servían para apuntes del colegio que como directorio telefónico, como diario personal, como recordatorio de pendientes o para anotar alguna idea que se me ocurriera en cualquier momento. Comprendí que el mundo podía cambiar simplemente con una hoja en blanco y un poco de imaginación. Así podía inventarme romances con las mujeres más hermosas, viajar a paraísos ocultos, vivir aventuras que jamás tendría la oportunidad de experimentar en la realidad, crear a mis amigos, darle vida a mis enemigos... las posibilidades son infinitas cuando de escribir se trata.

Ahora, en mi medio siglo de existencia descubrí que gracias a las maravillas de la tecnología, se puede crear en internet un espacio tan público y tan privado en donde uno puede escribir libremente y cualquier persona lo puede leer. Es lo más parecido que conozco a publicar un libro, claro, sin fines de lucro.

Abrí un blog para escribir, no con la intención de que alguien me lea, sino como una cuestión de memoria, para recordar los detalles, para no olvidar las cosas buenas o las malas, para ver si alguna vez aprenderé de mis errores o seguiré siendo el mismo pendejo hasta que me muera. Escribir es mi única vía de escape de la mediocre monotonía cotidiana en la que estoy sumergido... salir un poco de la superficialidad de mis compañeros de trabajo que no piensan más que en el dinero, en largarse de vacaciones a otro país, en cambiar su automóvil por uno más reciente; ellos serían capaces de venderle su alma al diablo para obtener un ascenso y tres centavos más de sueldo. Y ni hablar del imbécil que tengo como jefe...

La hoja en blanco y la pluma son una extensión de mí ¿es eso muy difícil de comprender? Si me quitaran la posibilidad de escribir -sin fines de lucro, sin importar quien me lea- me quitarían la medicina que necesito para combatir esta terrible enfermedad llamada vida y que es como un cáncer en el alma, ¿me entiendes?

Toda mi existencia está esparcida en un montón de libretas, hojas sueltas y miles de bytes de información en la red. Si pudieras reunir todos esos fragmentos y armar el rompecabezas, encontrarías una suerte de biografía sobre mí. Todas las historias que he escrito son una mezcla de ficción y realidad, es difícil separar uno del otro. La mayoría son vivencias propias y de otras personas que conozco. Soy uno y muchos a la vez como podrás darte cuenta, por lo tanto, los tormentos de mi alma son la suma de los tormentos de muchas almas...

¿Todavía quieres que te los cuente todos?

(Dolores Garibay)

7 comentarios:

josef dijo...

Me ha gustado mucho leer esto Dolores. Supongo que me desconciertas y no sé quién eres en realidad; al fin y al cabo eso es fácil de lograr en la web. Pero una cosa. Tanto si eres hombre como mujer tienes una gran sensibilidad, pocos la tienen y piensas más allá que, por ejemplo, tus compañeros del trabajo o la mayoría de la gente que se involucra en el juego estúpido al que nos empuja la sociedad: ganar dinero y creernos por ello superiores. Menuda idiotez. Un abrazo y un beso chilango!

Blas Torillo Photography dijo...

Hummm

Si. Para eso se escribe un blog.

¿Te das cuenta que no dije "abre un blog"?

No. Un blog se escribe, se hace, se comparte.

Como el tuyo.

Besos.

Said dijo...

A mi me encata llorar por los dedos...

Te mandé el libro... besos!

Gnóstica dijo...

¿En dos palabras?: ¡Excelente originalidad!

arcgabriel dijo...

¿con què conversando con sus personalidades de nuevo, doña Lola?

SALUDOS.

Arquitecturibe dijo...

Hay Lola... como se nota que de verdad fumamos lo mismo!
estas entre mis almas gemelas-multiples!
has quedado hermosa en una foto que hay por mi lejana galaxia... pasate por ahi
un beso

Said dijo...

Y si, la verdad dudo mucho que en otras circunstancias nos leeríamos...

Saludos y que disfrutes tu libro, por cierto, te agregué al emesene con la cuenta que me diste... ojala nos encontremos pronto.

Besos!