2 de diciembre de 2007

Kidults/Adultescentes

Este es un texto que me envió una amiga por e-mail, me pareció interesante porque creo que califico para esa categoria, aunque no estoy totalmente de acuerdo con todo loq ue dice el artículo. Se los copio textualmente para que lean la nota completa.

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Tal vez usted, como yo, creía conocer las etapas de la vida; ahora nos agregan otra más: la de “adultescentes”: jóvenes que tienen entre veinticinco a treinta y cinco años, quizá algunos más; ellos se niegan a tomar la vida con la tradicional responsabilidad de casarse y responder por una familia, manutención y educación de hijos; ajustarse a horarios conservadores o restringir su libertad individual.

Un estudio antropológico, realizado por una agencia de publicidad capitalina, concluye que los adultescentes -se niegan a ser adultos y viven una “segunda” adolescencia- marcan una nueva tendencia que tiene que ver con el individualismo, retrasar o rechazar casarse y gastar el dinero en satisfacer gustos superficiales.

Mariana Hernández, directora de Planning de JWT, los describe: “están pendientes de la moda, los nuevos modelos de automóviles, buscan experiencias extremas para extender su juventud; viajan y se divierten en grupo y tienen independencia económica”. Agrega que muchos de ellos son profesionistas exitosos, suficientes para atender sus necesidades.En España, se popularizaron como el Síndrome de Peter Pan -se niegan a crecer y madurar- y en algunos países de América Latina fueron bautizados como adultescentes. En Estados Unidos de Norteamérica les llaman “kidults” -muchachos adultos- representando a un nuevo síndrome psicológico y social que va implantándose entre las nuevas generaciones.

Sin duda es resultado de la motivación permanente al consumismo, donde tener y poseer es más importante que ser; cuando se premia el triunfo material -en términos de dinero y posesiones- por encima de la realización integral; así, la influencia de la mercadotecnia dolosa sigue haciendo su efecto, distorsionando la tradicional organización familiar y social, a partir de alterar la jerarquización de los valores entre las nuevas generaciones.En México, cada día son más los jóvenes que no quieren comprometerse con las formas de vida de sus padres: la familiar, con cargas de educación, alimentación y salud de hijos y esposo (a), creciendo el descontento femenino por no hallar pareja; otras, en contrario, rehuyendo responsabilidades de casadas. Actualmente no es extraño encontrar avisos de ocasión que ofrecen servicios ayuda para hacer “amistades” y hasta podemos leer algunos, de quienes a título particular -hombres y mujeres- se anuncian buscando afecto y compañía en forma abierta, exponiéndose a los peligros que ello representa. Sin duda que el individualismo va de la mano con el egoísmo y ambos generan soledad y pérdida de expectativas de felicidad.

El problema es mundial, particularmente en occidente; diferentes artículos hablan de países europeos, como Alemania, Suiza, Noruega y España, dónde la población de hombres solteros, que rebasan los 28 años de edad, es cada vez mayor; el índice de natalidad ha disminuido, al punto de que los gobiernos aceptan la inmigración de familias procedentes de países pobres y ofrecen estímulos fiscales a quienes deciden ser padres de familia.

En Japón, sucede lo mismo: cada vez son más las mujeres que insisten en la soltería, orgullosas de su independencia económica, llamando la atención de los mayores, conservadores, que no alcanzan a comprender cómo pueden renunciar a algo tan preciado como el matrimonio y la maternidad.

El matrimonio, como forma natural de vida familiar y social, ahora es postergado por muchas causas; la más común: los estudios universitarios de jóvenes de ambos sexos que comprenden la importancia de prepararse para tener una vida adulta más segura en lo económico. Cuando les pregunto a muchachos mayores a los veinticinco años, que aún están solteros, la respuesta común es: “aún no estoy en condiciones de responsabilizarme y estar casado”; otros, más abiertamente dicen: “no me interesa por ahora” y todos ellos tienen prioridades distintas, tales como viajar y conocer el mundo, comprarse ropa de moda, divertirse y muy interesantemente absorber los costos de mantenerse actualizados en equipos electrónicos de comunicación, gustos caros que van desde teléfonos sofisticados hasta juegos de computadora.

Eso en si no es malo, lo que sí debe preocuparnos es el poco interés por la solidaridad, la filantropía y el análisis serio de la vida a partir de los valores trascendentes, sociales y humanos. De nueva cuenta aparecen advertencias del cambio sufrido por las nuevas generaciones en relación a las perspectivas de vida. Están más preocupados por atender la sensualidad que responder a las interrogantes trascendentes de “la razón de ser”; buscar lo material, aún a costa del descuido de lo espiritual. Eso tiene que ver con la influencia negativa de la mercadotecnia y publicidad del mundo globalizado, basado en el patrón económico del consumismo.

El trabajo de los años siguientes será encontrar formas de concientizar a los nuevos habitantes del mundo sobre el humanismo trascendente, ayudándolos a encontrar, en base a la buena educación, el camino a la verdadera felicidad, aquella que no requiere -necesariamente- comprar y tener. ¿Conoce usted a muchachas o muchachos con esas características?