ASESINATO EN EL JARDÍN DE SÓCRATES
Sascha Berst
Ed. Algaida Inter
De casualidad en una librería encontré esta novela que combina dos de mis grandes pasiones: filosofía, montones de filosofía y una historia que me mantuvo cautivada todo el tiempo.
La primera parte del libro parece una especie de novela policiaca ambientada en la antigua Grecia. Todo comienza con el asesinato de Periandro, un atleta griego que aparece brutalmente asesinado en Atenas por haberse resistido a un asalto en el que le robaron su anillo de campeón hecho de oro puro. El encargado de investigar el crimen es Nicómaco, el jefe de los toxotai (una especie de policías de aquella época que se encargaban de mantener el orden público) quien se irá involucrando con personajes importantes como Sócrates, Hipócrates, Platón y otros filósofos que le ayudarán a resolver el misterio. Conforme transcurre la investigación, Nicómaco se dará cuenta de que el verdadero motivo del asesinato tiene que ver con una cuestión política y no con un simple robo. De esta manera, a través de un texto apócrifo, se van descubriendo conspiraciones y un gran compló para derrocar a la democracia de Grecia. Los políticos más poderosos fabrican a un culpable para mantener calmada a la familia y al jefe de los toxotai. Nicómaco acepta que se juzgue a un inocente, pero en los años siguientes se convertirá en una obsesión enfermiza tratar de hallar al verdadero culpable.
La segunda parte, es la continuación de lo que ocurre de cuatro años después de que se “resolviera” el asesinato de Periandro y la situación política de Grecia está demasiado tensa por la invasión de los espartanos y los persas. Esta parte está menos llena de intrigas y más de hechos históricos. Aquí lo interesante es que nos damos una idea bastante cercana a lo que pudo haber ocurrido en ese periodo de transición entre el declive de la Grecia clásica para irse adentrando de manera paulatina en el periodo que históricamente conocemos como helenístico.
Es una buena novela aunque el mal sabor de boca que me dejó fue que a ratos la historia se vuelve predecible y, sobre todo, que el papel que desempeña Platón, se reduce a un mero personaje secundario o terciario. Aunque cabe aclarar que hasta el final, el autor explica los motivos que tuvo para alejarlo de la historia.
Si les gusta la filosofía y la historia como a mí, resulta una excelente lectura para pasar noches agradables.
1 comentario:
Esta novela histórica es la primera obra de Sascha Berst (1964), un autor alemán poco experimentado, condición que se constata desde las primeras páginas, plagadas de errores de bulto que desafían la paciencia del lector y casi llevan a abandonar la lectura.
Los errores de redacción, con palabras incongruentes, frases sin sentido o sujetos que no concuerdan con el verbo, son muy numerosos pero achacables a una traducción o una revisión de edición apresuradas (ya la portada es un dislate, pues data el asesinato en 404 aC cuando en la novela es evidente que ocurre en 408).
Los errores de lógica de la trama no son menos abundantes, con hechos, escenas y diálogos que desafían el sentido común y construyen unos personajes poco creíbles, en especial el protagonista, Nicómaco, que puede parecer un retrasado mental por su resistencia a reconocer y prevenir lo evidente.
Los errores históricos, dado el género, asombran por su acumulación y gravedad, como cuando el autor nos describe las caminatas de los protagonistas por la Atenas clásica y reconocemos enseguida que se inventa gran parte de la localización y la descripción de las calles y monumentos (incluso se atreve a deformar la Acrópolis y sus templos), pese a que hay mapas y estudios muy precisos que hubiera podido usar, o cuando desconoce muchos de los aspectos fundamentales de la sociedad ateniense y sus instituciones, hasta llegar al extremo cuando toca la organización de los arqueros y el Estrategion, aunque son dos puntos fundamentales en la trama, o caer en el absurdo de meter en la trama un velero y su capitán “persa” (repite a menudo su condición nacional por lo que no puede ser un error involuntario). El autor intenta remediarlo al incorporar algunas de sus licencias más llamativas en un epílogo (páginas 427-429), pero hubiera sido mejor que las hubiera evitado en la novela y no se entiende que no las hubiera advertido antes.
Finalmente decir que la trama policíaca no tiene intriga ni lógica como tal, que el salto temporal del 408 al 404 no está bien construido literariamente, y que el título mismo de la novela resulta engañoso porque no tiene relación con el argumento y se ha inventado para el reclamo comercial. En suma, esta novela puede haber requerido un gran esfuerzo pero el resultado es muy insuficiente.
Antonio Boix Pons, profesor de Historia.
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